¿Quién es la persona más feliz del mundo?
Tal vez sea Alejandro Zùñiga, un hombre de mediana edad que goza de buena salud, que socializa con otras personas durante al menos seis horas al día y tiene una familia y buenos amigos en quienes confiar. Normalmente duerme al menos siete horas por noche, camina al trabajo y come seis porciones de frutas y verduras la mayoría de los días.
No trabaja más de 40 horas a la semana y está contento con su trabajo y sus compañeros. Cada semana dedica unas horas al voluntariado; los fines de semana reza a Dios y sigue el fútbol, su pasión. En pocas palabras, este hombre toma decisiones diarias que promueven la felicidad, ayudado por vivir entre personas de ideas afines en el verde y templado Valle Central de Costa Rica. Zùñiga, como muchos costarricenses, intenta disfrutar la vida todos los días en un lugar. país donde el estrés es mínimo y la alegría es grande. Los científicos identifican la forma de felicidad de Zùñiga con lo que llaman afecto positivo. Costa Rica no sólo es el país más feliz de América Latina sino que también es aquel donde la gente tiene cada día más emociones positivas.
Alejandro Zùñiga, vendedor de productos agrícolas en el mercado central de Cartago, ciudad al este de San José, capital de Costa Rica. Desde hace décadas, este hombre robusto de 57 años es una presencia habitual en el mercado, donde vende aguacates. y risas y bromas con clientes y compañeros. Allá lo conocen todos
Cuando uno de los aproximadamente 60 comerciantes del mercado enferma o tiene una emergencia familiar, siempre es él quien se moviliza para ayudarlo con una colecta. Los fines de semana organiza viajes para seguir al querido pero a menudo desafortunado equipo de fútbol local, el CSCartaginés. Es un amigo carismático y un líder nato.
Para comprender la resiliencia de Zùñiga es necesario conocer un poco mejor sobre Costa Rica, un país donde una alquimia de geografía y políticas sociales inteligentes ha creado una poderosa combinación de vínculos familiares, atención médica gratuita, fe, paz, igualdad y… una cualidad que posee Zùñiga. en abundancia – generosidad. Todo ello se traduce en una capacidad de disfrutar la vida día a día: felicidad ligada a los placeres. En Costa Rica estos factores –que en las estadísticas siempre están asociados con el bienestar– crean más felicidad por dólar de PIB que en cualquier otro lugar del mundo.
Zùñiga no tiene auto, no tiene joyas ni ropa costosa ni chucherías electrónicas, y no los necesita para sentirse feliz o creer en sí mismo. Vive en un país que durante gran parte del último siglo se ha preocupado por apoyar a cada uno de sus habitantes.
A diferencia de otras naciones centroamericanas, que después de la independencia estuvieron dominadas por terratenientes y presidentes respaldados por militares que servían a sus intereses. Costa Rica tuvo una historia diferente, la presencia de montañas altas e impermeables y la falta de mano de obra indígena de bajo costo impidieron la formación de grandes haciendas . Por el contrario, el crecimiento del mercado internacional del café ha creado condiciones de prosperidad para los pequeños propietarios y agricultores del Valle Central. Los costarricenses han elegido como presidentes a profesores universitarios quienes, libres del peso de las instituciones coloniales, han iniciado políticas nacionales que han aumentado el nivel de bienestar del país.
Ya en 1869 se estableció en Costa Rica la escolarización obligatoria para todos, incluidas las niñas. En 1930, la tasa de alfabetización estaba entre las más altas de América Latina, al mismo tiempo que el estado realizó importantes inversiones para proporcionar agua potable a las aldeas rurales y garantizar un crecimiento saludable de los niños.
En la década de 1940 se estableció el sistema de seguridad social y se abolió el ejército. En 1961 le llegó el turno a la atención sanitaria nacional, que condujo al establecimiento de clínicas médicas gratuitas en la mayoría de las aldeas rurales.
El compromiso del Estado con sus ciudadanos continúa hoy.
Desde 1970 hasta hoy en Costa Rica la esperanza de vida ha pasado de 66 a 80 años mientras que la tasa de mortalidad infantil ha bajado 7 puntos. El porcentaje de muertes masculinas por enfermedades cardiovasculares es aproximadamente un tercio menor que el de Estados Unidos, aunque en Costa Rica el gasto en salud per cápita es una décima parte del de Estados Unidos.
El programa EBAIS, el Sistema Nacional de Salud, funciona tan bien porque su primer objetivo es mantener a la población en buen estado de salud. Aquí desde hace años la prioridad ha sido la prevención porque el objetivo de una buena política sanitaria es conseguir que la gente no enferme.
En resumen, el sistema social de Costa Rica está orientado a las necesidades de la mayoría de la población. La gente se siente segura, el Estado les ayuda con la salud y las necesidades básicas de la vida y crea un entorno en el que la mayoría de la gente todavía logra ganarse el dinero. una vida.
Tomado de National Geographic noviembre ’17.
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